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La compleja labor de un padre para educar en la necesidad de superación y de ser solidarios.

 

Por Arturo Conde Pérez.

Si bien es cierto que los padres no contamos con un “manual para educar a nuestros hijos”, también es cierto que cuando educamos en valores, con principios, pero sobre todo con mucho amor, los resultados casi siempre son los esperados.

Pero, ¿Cómo saber que estamos haciendo bien las cosas?, pues la manera más lógica y eficaz de medirlo es cuando nuestros hijos llegan a esa edad en la que se tienen que comenzar a valer por sí mismos, en la que realmente se dan cuenta que las decisiones  que tomen, solos, sin la ayuda de sus padres, son las que van a formar su propia historia; es cuando se dan cuenta que las cosas que uno consigue por sí mismo no son fáciles de lograr, pero que dan una gran satisfacción cuando son las acertadas y cuando no lo son provocan una inmensa frustración y tristeza. Pero es aquí en donde un hijo que ha recibido una buena educación sabe o intuye en ese momento que el aprendizaje obtenido por una mala decisión es parte de la vida, pero sobre todo es parte de crecer y avanzar hacia algo mejor.

Lograr que un hijo pueda entender  que puede esforzarse más, que puede dar más, requiere sobre todo de que haga un auto análisis que esté sustentado en el deseo de trascender, de ser alguien y de querer aportar algo en esta vida y eso me queda claro que solo se enseña con el ejemplo y  solo lo logran los “buenos maestros”, que es  lo que los padres debemos ser  en gran parte de la vida de nuestros hijos.

Desgraciadamente, este mundo que le estamos dejando a nuestros hijos, se ve cada día más complejo, más sombrío y definitivamente no será un lugar fácil de transitar a menos que cada quien esté dispuesto a dar más de sí mismo, pero sobre todo para los demás y esto implica un permanente deseo de superación que los padres debemos inculcar a nuestros hijos.

También Tenemos que fomentar en nuestros hijos un sentimiento de solidaridad hacia los demás. Como dije líneas arriba, estamos transitando por tiempos muy difíciles en los que la única manera de salir adelante como humanidad es la de entender que todos somos iguales y que el bienestar de mi vecino significa el mío también. Esa labor de educar en el amor al prójimo y en el deseo de superación es una que nos corresponde a los padres de estas nuevas generaciones que son las que nos van a salvar o nos va a acabar de hundir.

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