Para tratar de combatir las diferentes conductas antisociales que motivan entre otros casos a la violencia en contra de las mujeres, es necesario estudiar los factores del funcionamiento familiar que dan origen a dichas conductas.
Es un hecho que un clima familiar caracterizado por una pobre cohesión y falta de normas claras, patrones de comunicación poco fluidos o comunicación rígida, así como una pobre satisfacción familiar, pueden desencadenar en una violencia que generalmente es transgeneracional.
Esto provoca el que los hijos presencien violencia entre sus padres o experimenten castigos físicos, estilos educativos erróneos de los padres como la legitimación del castigo o maltrato infantil y el que los padres consuman drogas o alcohol como una manera de “escapar” de la realidad.
Un adecuado funcionamiento familiar, con relaciones estables, miembros unidos que se adaptan a los cambios que se presenten, que se encuentran satisfechos con su familia y que tienen una comunicación fluida entre padres e hijos, disminuye la probabilidad de presentar conductas antisociales.
Como sociedad no podemos olvidar esto y simplemente señalar a las autoridades y exigir cambios de la noche a la mañana.