En este espacio editorial hemos abordado diferentes situaciones, sobre todo de conflicto, que son comúnmente conocidas como conductas antisociales. Acciones agresivas, vandalismo, piromanía y muchas otras actividades que buscan agredir a alguien más o simplemente vandalizar propiedad ajena como una forma de manifestar un desprecio por un entorno social aparentemente en calma o simplemente por manifestar un descontento hacia la sociedad en general.

Las diferentes manifestaciones de las conductas antisociales son un problema delicado que requiere atención a fondo, implementadas  por individuos que por diferentes causas las manifiestan. Sin embargo, existen otro tipo de conductas antisociales que son las inducidas por liderazgos tóxicos, que buscan transmitir su frustración, odio o venganza a sus seguidores para darle un sentido a su forma de actuar. Esto último es todavía más delicado, ya que generalmente este tipo de gente que ejerce un liderazgo “tóxico” tienen mucho poder e influencia en grandes masas de población, quienes se sienten identificados con los discursos de odio que escuchan y de esta manera proyectan sus problemas personales “a gran escala”, como una manera de proyectar sus problemas y encontrar “solución” haciendo daño a los demás, con lo cual sienten una falsa sensación de obtener justicia a sus demandas, muchas veces absurdas.

Todo lo anterior viene a colación en relación a los lamentables hechos que vimos hace unos días en los Estados Unidos. No obstante, esta es una situación que por muy difícil que nos parezca entender, sucede mucho más de lo que creemos y a diferentes niveles.

En el caso de nuestro vecino del Norte, la polarización social  encontró un espacio de acción en la competencia electoral y el liderazgo ejercido por su Presidente buscaba desestabilizar mediante la implementación de un constante discurso de odio y de “supremacía racial”..

En México estamos pasando actualmente por una situación preocupante en relación al discurso de descalificación de ciertos sectores de la sociedad, ejercido por líderes políticos a diferentes niveles. La polarización social ejercida por los gobernantes de un país nunca ha terminado bien, basta estudiar y analizar la historia de nuestro país para darnos cuenta.

Como ciudadanos, padres de familia y miembros de una sociedad, tenemos la obligación de buscar la concordia para poder progresar. No permitamos que los liderazgos tóxicos induzcan en nuestra vida una serie de conductas Antisociales que lo único que logran es desestabilizar nuestra forma de vida para el logro de objetivos que solo sirven a unos cuantos.