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1ª. de dos partes
Por Arturo Conde Pérez
Vicerrector de la UDC
La salud mental a nivel mundial está comprometida. Los estragos de haber vivido un periodo de gran incertidumbre y debacle económica, con tantas pérdidas humanas, no pasará inadvertida y seguramente tendrá repercusiones a corto, mediano y largo plazo.
La Niñez que está creciendo con una alta carga de miedo e incertidumbre en sus familias, seguramente será afectada en la interacción futura dentro de una sociedad en la que cada día es más difícil de sobrellevar. Niños con miedo son jóvenes y adultos inseguros a futuro y con múltiples problemas que afectan a largo plazo a su salud mental, desarrollando problemas de ansiedad y depresión, que en muchos casos son la antesala a múltiples Adicciones.
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Los jóvenes que ahora han perdido contacto temporal con su entorno escolar y que mantienen altas horas de ocio, seguramente serán más propensos a desarrollar una serie de conductas antisociales, que más tarde podrían ocasionar la comisión de múltiples delitos.
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La pérdida de trabajo o de seguridad laboral en los adultos de ahora, también desembocará en múltiples problemas que van desde la gestación de enfermedades mentales, con todo lo que esto conlleva a nivel familiar e incluso para miles de empresas en las que esta gente trabaja, hasta graves problemas de Adicciones, pasando también por diferentes situaciones de delincuencia, cómo un componente adicional.
No podemos voltear hacia otro lado en relación a todo lo que está pandemia está generando y en el ámbito de la salud mental es muy fácil inferir cuál es el futuro.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
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