El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se identifica como un trastorno del neurodesarrollo. Se sabe que los síntomas se presentan a edades tempranas; especialmente antes de los 7 años, hoy en día se sabe que se presenta en un rango más amplio; antes de los 12 años.
Los principales síntomas que identifican a quien padece de esta condición son la falta de atención, la hiperactividad y la impulsividad. No obstante, se identifican también dificultades en las funciones ejecutivas. Esto quiere decir, dificultad para: atender a determinados estímulos; planificar y organizar una acción; reflexionar sobre las posibles consecuencias de cada acción.
Quien padece TDAH también tiene alterados los procesos relacionados a la motivación; recompensa y una disfunción en las redes neuronales relacionadas a la capacidad de introspección y conciencia de sí mismo.
El TDAH tiene un origen biológico y varios factores de origen genético y ambientales que contribuyen a su desarrollo.
El diagnóstico de TDAH es clínico, se fundamenta en una cuidadosa historia personal y familiar, que incluye documentación de complicaciones del desarrollo, enfermedad médica (tiroides), agudeza visual, audición, abuso de sustancias e historia psicosocial.
Es muy importante realizar un detallado examen físico para buscar dismorfias, alteraciones de la pigmentación, macrocefalia, peso, talla, presión arterial y pulso, así como un examen neurológico completo. También es necesario evaluar la existencia de comorbilidades asociadas, tal como trastorno del aprendizaje, tics, ansiedad, trastornos del ánimo, trastorno del espectro autista.
Cualquier niño o adolescente de 4 a 18 años que presente problemas académicos o de comportamiento, y síntomas de falta de atención, hiperactividad o impulsividad, debe ser evaluado para el trastorno por déficit de atención/hiperactividad.
Los adultos con TDAH muestran un patrón constante de falta de atención y/o hiperactividad e impulsividad que está presente en múltiples situaciones de su vida diaria. Estos comportamientos causan generalmente problemas en los entornos sociales, ocupacionales y familiares y afectan el funcionamiento de la persona en estas áreas de su vida.
Aunque históricamente se considera una condición de la infancia, el TDAH ahora se reconoce como una enfermedad crónica, ya que muchas personas con TDAH en la infancia continúan mostrando síntomas en la edad adulta.
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