Querida hija, en la vida hay momentos en que uno, por increíble que parezca, necesita un motivo para seguir adelante; algunos lo definen como encontrarle un sentido o propósito a nuestra existencia, otros simplemente lo definen como la necesidad de tener una meta.
En mi caso, tú y tu hermano han sido desde que llegaron a mi vida, mi motivo para seguir adelante; son el sentido que me orienta en los momentos en que el camino se torna obscuro e incierto y son la meta que me obliga a concluir mi jornada, por muy larga e interminable que parezca. Son simplemente mi motivo de vivir.
Por otro lado, te cuento que a mi parecer, ser padre es una de las cosas más maravillosas que nos pueden suceder, es simplemente un regalo que la vida nos da y que a lo largo de nuestra existencia puede ser catalogado por muchos como una gran responsabilidad, sin embargo yo prefiero ser de los que lo considera como un honor o más bien una bendición.
Tengo muy claro que a esta vida venimos a aprender y uno de mis grandes maestros has sido tú. Tu sonrisa, tu elocuencia, tu visión de la vida tan peculiar pero tan auténtica, me revelan un espíritu único y bello que me hacen sentir bastante afortunado de que me hayas escogido como tu padre.
Cuando estoy a tu lado me invaden sentimientos encontrados, por un lado no quiero que crezcas más para que seas siempre mi pequeña princesa que corre hacia mí en todo momento, para fundirnos en un abrazo eterno. No quiero que crezcas para poder seguir siendo cómplices perfectos de mil aventuras, en las que solo una mirada entre nosotros basta para comunicarnos y entendernos. Pero por otro lado, verte crecer y sobre todo constatar la gran persona en la que te estás convirtiendo, la madurez con la que estás enfrentando la vida y la sensibilidad que te caracteriza, me proyecta hacia una visión de mi futuro, en el que soy el padre más orgulloso por la vida que has construido y los éxitos que has logrado.
Ten la certeza de que pase lo que pase siempre voy a estar a tu lado, en presencia o en esencia, pero siempre voy a ser parte de tu vida y ahí estaré para celebrar tus triunfos, pero también para alentarte en tus derrotas, con la seguridad de que es Justo ahí donde se va a forjar tu carácter y donde obtendrás el mayor aprendizaje. Nunca cambies ya que tu esencia es única y es un bálsamo para el alma de quienes estamos a tu lado.
Nunca olvides que te amo con toda la fuerza de mi ser. Hoy celebro la oportunidad que dios me dio de iniciar esta travesía que comenzó hace 15 años, cuando te vi por primera vez y supe en ese Justo momento que estaba viendo la mejor parte de mí mismo, aquella en la que podría trascender mediante el legado más importante que podemos dejar en nuestra existencia. Fue también ahí donde conocí el amor puro, aquel en el que estás dispuesto a dar todo y aún más por aquella persona cuya sonrisa ilumina el alma y eleva el espíritu.
Concluyo simplemente citando una parte de la letra de una famosa canción compuesta por el Poeta Venezolano Italo Pizzolante, que expresa de manera precisa lo que siento por ti.